Durante algo más de un siglo (había cumplido 100 años el 21 de septiembre), Mario Bunge demostró una voracidad intelectual y una curiosidad insaciables que fueron el germen de una obra inabarcable.
Solía decir que la máxima de su sistema ético era: «Disfruta de la vida y ayuda a vivir». La cumplió al pie de la letra hasta sus últimos instantes en el Hospital CHUM de Montreal, Canadá.
Fue físico, filósofo y epistemólogo. Antes de emigrar, primero a Estados Unidos y luego a Canadá, donde se establecería, dio clases en la Universidad Nacional de La Plata y en las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, y de Filosofía y Letras de la UBA. Dueño de un estilo provocativo que le hizo ganar admiradores y detractores por igual, fue un férreo opositor de las pseudociencias.
Ejerció el humor y la ironía con singular elegancia, e inspiró a toda una generación de científicos.
Visitó numerosas veces la ciudad de Rosario, disertando sobre su obra en diversas instituciones, y generando fuertes y apasionados debates.
Asaec despide con respeto y tristeza a una de las mentes más brillantes de nuestros tiempos.

